La jornada estuvo llena de momentos inspiradores y transformadores. La presencia de Dios se hizo sentir de manera poderosa, tocando las vidas de todos los presentes. Fue un tiempo de restauración y sanidad, donde muchas personas experimentaron el poder libertador de Dios en sus vidas.

Este primer servicio no solo fue el inicio de una serie de encuentros juveniles, sino también un testimonio del amor y la gracia divina en acción. Cada joven presente salió renovado y con un firme propósito de caminar en la fe y en la unidad. ¡Ecuador espera con ansias los próximos servicios y la continua bendición de Dios en nuestras vidas y comunidades!