• 22 de Enero, 2019

Visitando a los más pequeños en Guinea Ecuatorial

Muchas veces no entendemos cómo aun siendo pecadores, Cristo puso su mirada en nosotros. Conociendo nuestra maldad, Él nunca nos despreció, nos abrazó, lavó nuestras heridas y entregó una nueva vida. En agradecimiento, queremos servir, no importa dónde, no importa cómo, sólo queremos ser siervos útiles en su viña.

Recuerdo que enseñar el amor de Dios, predicar y ganar almas, era uno de mis mayores anhelos. Lo hice y lo sigo haciendo; pero un día, mientras pensaba en los campos blancos, mi pastor me encomendó la misión de evangelizar a los niños en los barrios más recónditos de Guinea Ecuatorial.

 Al recibir la noticia, no dejé de pronunciar estas palabras “¡Oh mi Dios, qué gran responsabilidad!”. Recuerdo claramente que, sin perder el tiempo, me fui al templo a orar. Estando en el altar escuché claramente su voz hablándome al corazón, me decía repetidas veces: “Siembra la semilla en sus corazones”.

No dude de su encomienda, no dude de su llamado, salí rumbo al barrio Ikunde 3. Al llegar, un grupo de niños me recibieron. Aquel día Dios me entregó la gracia para llegar a ellos, me volví como un niño, vi su poder obrando en los pequeños corazones. Hoy, estos angelitos aman a Dios, llevan el amor de Dios a sus hogares y vecinos.

Puedo dar fe de la palabra bíblica, cuando Jesús dice: “Si no eres como un niño, no entrarás al reino de los cielos”. Necesitamos ser como ellos, necesitamos evangelizar a los más pequeños y sembrar la semilla de Dios en sus corazones. Tú que tienes el talento, no lo desperdicies, trabaja porque Dios estará de tu lado, respaldando su buena obra.

deja tu comentario